Jigging en la tregua del Poniente

Después de una semana atento a los partes meteorológicos el desánimo era mayúsculo durante la tarde del sábado. Nuestros planes de pescar el domingo se desvanecían al ritmo que las olas marcaban al romper con fuerza en la playa. Una última llamada al Centro Meteorológico y una consulta a la página de predicciones del INM confirmaban que la jornada del Domingo sería muy parecida a la del Sábado. A las diez de la noche cancelamos la salida, aunque previamente había dejado preparado todo el equipo… Albergaba una ligera esperanza…

Me despierto, son las seis y cuarto. Presto atención, las olas ya no se oyen. Con una taza de café en la mano me asomo por la ventana y la primera luz del día me deja ver que las rompientes de la noche anterior han desaparecido. El mar sigue movido, una ligera brisa de poniente sigue soplando pero existe una posibilidad de echarse a la mar.

Con el kayak ya preparado a pie de playa selecciono con cuidado los señuelos a utilizar en los primeros momentos del alba. Para el curricán inicialmente pongo un Rapala X-Rap SXR10 de 10cm/13grs en busca de las lubinas cerca del acantilado. Para el jigging dejo preparado un Blue Fox de 200grs recomendado por Víctor. El agua está muy fría para la época en la que estamos, pero en estas situaciones de poniente sostenido ya sabemos que el agua fría del fondo aflora a la superficie. Con las primeras paladas la temperatura corporal sube lo justo para sentirme cómodo con la indumentaria que he elegido para el día de hoy. El recorrido del acantilado, con las aguas muy movidas por las olas que vuelven tras chocar contra las rocas, no me ofrece ninguna picada, así que programo el GPS con la marca P1 y cambio el señuelo de curricán de superficie por un Rapala Deep Tail Dancer de 11cm/22grs, recomendado por nuestro amigo gaditano Kameta (Apeská), señuelo que sin la ayuda de profundizador puede alcanzar los 10 metros de profundidad soltando la longitud de línea adecuada.

El cambio de rumbo me hace encarar el viento y las olas, pero las sensaciones que me produce el hecho de estar paleando hacia mis marcas de jigging hacen que las condiciones no parezcan tan malas. El GPS me indica que aún falta 1,2 millas para alcanzar la marca. A 500 metros de mi destino, aumenta la intensidad del viento de poniente recordándome el temporal de poniente que me alcanzó aquel día 28 de Febrero, pero la ausencia de borreguitos en las crestas de las olas que el mar de fondo generaba me indicaban que sólo se trataba de una racha de viento sin más.

Situado en la marca, observo la deriva y me coloco unos 200 metros por delante de la piedra y empiezo a soltar el jig hacia las profundidades de este, nuestro mar Mediterráneo. En estos primeros instantes me alegra haber elegido este jig de 200 grs porque la fuerte deriva existente necesita un jig pesado para poder, con un corto lanzado a favor de la corriente, situar el señuelo en la vertical del kayak. Ha pasado media hora y el crepitar de la radio trae hasta mi las primeras palabras del día: «Atento Caballa… aquí Albatros. Cambio…». Un breve intercambio de palabras me confirma que Albatros con su telescopio me vigila desde su morada en lo alto del Acantilado, una presencia que proporciona la seguridad de que un amigo y compañero está atento a mis evoluciones sobre el agua aunque para su vista sólo sea un pequeño puntito rojo sobre el mar.

Media hora más tarde primera picada, un buen tirón que denota que se trata de un pez que va presentar una buena pelea. Tras una corta pero intensa carrera el pez parece algo cansado, la fuerte deriva sumada al peso del kayak lo agota enseguida. Aprovecho el momento para sacar la cámara y poder grabar un pequeño vídeo de la captura.

Apenas unos instantes después aparece su brillo debajo del kayak, y con su panza boca arriba un hermoso dentón está al alcance de mi bichero. Un vez asegurado es hora de ponerse de nuevo en contacto con Albatros: «Albatros, Albatros…aquí Caballa… Dentón de 3 kilos a bordo, cambio». Eran las 8:30, demasiado temprano para llamar a Boina.j.j.

Vuelvo a bajar el jig una y otra vez, los dentones no suelen estar solos… Una hora después y durante una recuperación completa del jig, estando éste a media agua, unos 20 metros de profundidad, ¡siento un fuerte y corto tirón! De repente pierdo toda la tensión de la línea, sigo recuperando ésta y sorpresa el jig ha desaparecido. Una rápida inspección del bajo de 50lbs confirma mis sospechas, corte limpio de un solo bocado…

Después de probar con diferentes jigs, todos de 150grs de peso me tomo un descanso. Llamo por teléfono a Boina, Owen y Víctor y les anuncio la captura. Eran las 10 de la mañana y según la previsión del Centro Meteorológico de Málaga el viento moderado de poniente soplaría a partir del mediodía. Aún quedaban un par de horas para intentar el doblete.

Decido cambiar de marca y me pongo rumbo a P1. Después de cambiar de jig, pongo un Akula de color rosa de 150grs. Su perfil alargado lo hace bajar rápidamente al fondo una y otra vez en busca de los depredadores que, aunque la sonda no me marque ninguna actividad, estarán dando vueltas alrededor de los alevines que en su desesperada huída se cruzarán con un curioso pez de metal que baila al son de la lamiglas que lo sostiene.

Lanzo el jig por enésima vez a favor de la corriente, ya son 5 horas de jigging ininterrumpido, los brazos están cargados pero no quiero irme sin intentarlo una vez más. El jig alcanza el fondo y me dispongo a cerrar el Pick-up del carrete. «¡Vaya ya he enrocado!»…»Pero bueno…bueno…» El puntero de la caña empieza a curvarse, un tirón, otro y otro. El carrete cobra vida, menuda carrera, sigue sacando hilo… Se detiene… parece que se ha soltado…No, de nuevo un tirón, otro y otra loca carrera…Se vuelve a parar, un tirón bestial y ¡¡se acabó!! Recupero el jig lentamente, se ha desanzuelado… A partir de este momento estuve en la misma zona jig arriba, jig abajo, pero sin rastro de este enorme pez. Extenuado decido volver, ya son las doce y el poniente asoma en forma de pañuelitos en el horizonte, tengo un precioso dentón en la bañera de popa y un grupo de amigos (Víctor, Albatros, Owen y Explorer) junto con mis hijos y mi mujer esperándome en la playa.

La llegada fue seguida de una muy agradable charla entre pescadores de distintas técnicas y que dio paso a la pesada (3,360 kg) y limpieza del pescado.

Los grandes depredadores siguen ahí abajo, pero volveré…

Un saludo
Caballa, Mayo 2008