El verano del Palometón

Hola me llamo Jesús “Xuso” y soy uno de esos chalados que unen la pesca y los Kayaks, ¡qué os voy a contar a vosotros que no sepáis ya! bueno pues el amigo Arturo “Caballa” me pidió que escribiese un artículo sobre las capturas de este verano y eso es lo que voy a intentar.

Todo comienza el día 4 de julio, cuando unos cuantos locos como yo, asiduos a un foro de esos en los que nos contamos las batallitas de nuestras salidas de pesca, deciden reunirse para pasar un agradable día. Allí estábamos antes del amanecer un grupo de 17 o 18 kayaks; el mar estaba estupendo, el día prometía. El día anterior estuve preparando unos espetones que tenía congelados, ya que la zona en la que íbamos a pescar abundan los dorados “anjovas” y también puede salir algún palometón.

Pues nada ¡vamos a pescar! Empezó el día sin pena ni gloria. Los dorados no querían picar, por lo que decido ir en busca de las cartas (palometas blancas) que los días anteriores había dado tanto la cara y ¡no me equivoque!, ese día no se dio nada mal. También sucumbió a los encantos de mis vinilos una bacoreta de un par de kilos. Después de un buen rato sin picada, veo una pajarera situada más hacia la orilla, pongo rumbo hacia ella, pero ¡oh decepción!, eran jurelas pequeñas por lo que decido volver a adentrarme en busca de las palometas y bacoretas, cuando, de repente, oigo el carrete de la caña de curri donde llevaba de cebo el espetón, “¡ya era hora que entrase el dorado!”. Saqué la caña del cañero y empecé a luchar con la pieza que se había comido mi espetón. Enseguida me di cuenta que aquello no era un dorado y empecé a recoger la otra caña y a colocar el remo para que no hubiese nada que me molestase. Intuía que esa pelea se iba a alargar, el pez que estaba al otro lado de mi sedal me arrastraba con una facilidad increíble, con una suavidad, sin tirones, sin carreras, sin cambios de dirección. En ese momento empecé a pensar que lo que llevaba clavado era un gran pez…. Cuando ya llevaba unos cuarenta y cinco minutos de pelea y empezaba a estar un poco cansado, apareció a mi lado un barco, supongo que atraído por la lucha que estaba teniendo lugar, momento que aproveche para pedir que comunicara al resto de compañeros, alejados de esta escena, que necesitaba ayuda. Cuando al fin llegaron y me vi rodeado de gente conocida pensé: ¡esto ya es otra cosa! por lo menos si el pez consigue derribarme hay alguien que me puede ayudar a salvar algo del equipo.

Cuando llevaba aproximadamente una hora de pelea conseguí por fin subir a la superficie al pez. Entonces fue cuando pude ver que se trataba de un bonito ejemplar de Palometón, de unos diez kilos de peso y en ese mismo instante averigüe porque hacia tanta fuerza, ¡iba clavado de la barriga! de ahí que no se cansase y tirara tan seguido, Decido sacarlo con el bichero (fatal error) pero con tan mala suerte que en uno de los movimientos le desprendo el triple…. ¡se acabo!,….. ¡Adiós a la captura del día!, allí estábamos mis compañeros y yo sin acabar de creernos lo sucedido. (¡Snif, snif!)

Sin tiempo para lamentaciones, me decido a preparar otro espetón, el cual no tardó en ser engullido esta vez por un dorado de un par de Kg.

Con el palometón del amigo MiguelMQ y mi dorado decidimos dar por terminada la jornada y emprender la salida, pero yo, que estaba con una carga de adrenalina increíble (subidón, subidón), decido preparar otra carnada y dirigirme hacia los coches, pero pasando primero por la marca donde había clavado el Palometón. Y hacia allí me dirijo. Cuando solo faltaban cincuenta metros para llegar siento una sensación, como si alguien me cogiera de detrás del kayak y me zarandeara, me giro y veo una enorme cola dando vueltas sin parar provocando grandes remolinos, saco la caña del cañero, clavo y empieza la pelea, esta vez ya sabía que se trataba de un Palometón y más grande que el anterior, también sabía que esta vez iba a ser diferente no se me podían escapar dos grandes peces el mismo día.

Empieza la pelea. ¡Vaya pelea!, este me arrastraba mucho más rápido que el anterior, levante la vista para ver si algún compañero seguía cerca, pero nada, pensé ¡otra vez estoy solo! En una de las veces que el pez apareció en la superficie conseguí ver que iba bien clavado y decido sacar el freno del kayak, es decir, mis pies, y automáticamente sentí como el pez arrojaba la toalla y se rendía o eso creía yo, lo que no esperaba es que al ver el kayak hiciera un último esfuerzo y en una enorme e interminable carrera me sacara más de la mitad del sedal del carrete. Durante esos interminables segundos pensaba ¿este bicho no va a parar?, por fin se detuvo y empecé a bombear hasta que llegó de nuevo al kayak y esta vez sí que venía agotado, ahora llegaba el momento de subirlo a bordo, cosa que durante unos instantes y al ver el tamaño que tenía, me pareció que iba a ser un problema, después de la experiencia de esa mañana, decidí no usar el bichero, lo cogí de las agallas y para arriba, lo asegure con un cabo y solté un enorme grito que descargó toda la adrenalina que llevaba dentro. Con la captura ya abordo puse rumbo al punto de encuentro, donde ya me estaban esperando los compañeros para hacernos las fotos de rigor y disfrutar de un reconfortante aperitivo en buena compañía. Este pez pesó algo más de quince kilos y medio, bonito ejemplar.

Al sábado siguiente volvimos a quedar en el mismo lugar y a la misma hora, el día era el autentico día de perros para la pesca, menos mal que LA COMPAÑIA ERA INMEJORABLE, viento del NNO con olas más que considerables y un grupo de locos por el Kayak, (malísima combinación). Después de visitar una pajarera que había a una distancia más que considerable y comprobar que la mayor parte del pescado eran jurelas, decidí salirme de aquel incomodísimo lugar en busca de alguna zona más tranquila o por lo menos más cercana a la costa, la mañana trascurrió sin pena ni gloria, curri para arriba, curri para abajo. A eso de las diez parecía que el viento quería empezar a calmar, lo que me alentó a volver a adentrarme un poco en busca de la marca que tantas alegrías me dio la semana pasada. Hacia allí me dirigía cuando sentí más que oí que se había producido la tan esperada picada, me giré y ya solo vi el remolino, de repente vi un gran estallido en el agua: ¡Un dorado! empezó a arrastrarme y mi adrenalina se dispara, “¡me arrastra mucho para ser un dorado y no salta!”, en ese momento llegan yuntajs y lokemesascapao, dos de los compañeros que al ver que estaba clavado con un pez se acercaron para ver si necesitaba ayuda. Yo ya había empezado a pensar, por la fuerza y la forma de tirar, que no se trataba de un dorado. El mar estaba muy movido, el pez estaba dando bastante pelea incluso buscando la parte trasera de kayak, provocando que este diese unos giros muy peligrosos. De repente delante del kayak asoma el pez que llevaba clavado y tal y como creía se trataba de un gran Palometón. Tras unos minutos más de lucha compruebo que está bien clavado y decido arrimarlo sin más esperas, y…. allí estaba, encima de mi kayak, y por segunda salida consecutiva, ese enorme Palometón, que una vez en la playa y después de las fotos de rigor, fue pesado con la macro bascula de Pescaatot dando un peso de 10,4 Kg.

Como dice el refranero “no hay dos sin tres”: ¡vamos a por el tercero!

Esta vez a la quedada fue el día 13 de Agosto y fuimos mi hermano Pepe y yo en un Kayak doble que tenemos de paseo, sin ningún tipo de equipamiento de pesca.

Salimos sobre las siete y cuarto y pusimos rumbo a las marcas que tantas alegrías me habían dado en el mes de Julio. Cuando aún no llevábamos ni diez minutos remando, siento como me empujaba la espalda la talonera de la caña, ya que la llevaba en el cañero del asiento, el carrete no paraba de sonar y yo sin conseguir sacar la caña del susodicho respaldo, por fin se liberó, y pude empezar a recuperar sedal, ¡menudo alivio!, creía que me vaciaba el carrete y lo perdía todo, le dije a mi hermano que sacara la otra caña y que se preparara porque aquel pez me había sacado en la primera carrera casi todo el hilo del carrete, ¿es un dorado? pregunta mi hermano “yo creo que es un Palometón… y muy grande” .Aquel pez nos arrastraba como si nada y eso que llevábamos un kayak muy pesado y con una carga humana más que considerable. El pez se dirigió en dirección Este, luego Norte, luego Sur, y finalmente Noreste, es decir mar adentro.

El mar estaba poniéndose bastante feo, debido al viento de poniente reinante, lo cual me hizo ponerme un poco nervioso, puesto que mi hermano es un kayakero ocasional y además el kayak estaba rozando el límite de carga. En ese momento ya llevábamos una hora y veinte minutos de pelea, por lo que decido forzar el equipo, aun sabiendo que ya estaba muy al límite y consciente que esta aventura podía terminar en una gran decepción, pero las condiciones del mar no estaban para juegos.

Empiezo a forzar y empieza a subir el pez, y ahí estaba el enorme animal, a unos cinco metros del lateral del kayak. La captura al ver la embarcación da un giro con todas sus fuerzas y con su enorme cola levanta una ola que entra dentro del kayak. Mi hermano que está de espaldas y no lo ve muy bien me pregunta ¿esa ola la ha hecho el Palometón?, yo respondo intentando mantener el tipo “Si, pero tranquilo que no pasa nada”… Sigo forzando el equipo y vuelve a aparecer, pero ahora ya me está queriendo enseñar su costado, gesto que significa que se rinde, y sin más esperas, lo acerco hasta que lo tengo a mano, lo sujeto de las agallas y le subo la cabeza, lo aseguro como siempre con un cabo, y luego con mucho esfuerzo termino de subir al kayak el resto del cuerpo. Una vez abordo el nuevo tripulante, le indico a mi hermano que se ponga a remar en dirección a la costa, que estamos demasiado lejos y tengo ganas de pisar la arena. Esta pieza fue pesada unas tres horas después alcanzando en la báscula un peso de…. veintidós kilos.

Bueno pues vamos a por el cuarto. No sé exactamente qué día fue pero sé que era un jueves de finales de agosto, el cual decido ir yo solo a probar suerte en la zona de los Palometones. Llegué a eso de las siete de la mañana. Preparé el kayak y puse rumbo a las marcas de mi GPS. Una tras otra, curri para aquí, curri para allí, y otra vez a empezar, era un día de esos que más vale quedarte en casa, cambios de viento, cambios de mar…. bueno un desastre de día. Después de varias horas de paleo y sin tener ni una pequeña picada decido dar por terminada la jornada de pesca y pongo rumbo a la costa. Iba yo pensando, “¿estará el pescado marcando algún cambio de tiempo?”, cuando llegando a escasos cien metros de la playa oí el carrete de la caña del espetón y pensé “¡vaya hombre el doradito del arenal!”. La picada había sido de poca intensidad, cogí la caña y percibí que la pieza no era muy grande, posiblemente un dorado de un par de kilos. Rápidamente lo acerco al kayak “¡demasiado rápido lo he traído, me va a saltar y me la va a preparar!” Me asomé por el lateral para ver lo grande que era y ¡vaya sorpresa!, no era un dorado. Se trataba de un Palometón y de buen porte.

Decido subirlo a la superficie para ver qué pasaba. Vi que venía dándome el costado, lo que aproveché para ver cómo iba clavado. Entonces fue cuando me percaté de que llevaba uno de los triples dentro de las agallas, razón por la que había dado tan poca pelea. Como ya lo tenía junto al kayak y en vista de que no podía cogerlo de las agallas, lo ensarte con el bichero y…. ¡para arriba!

Moraleja: No des por perdido un día de pesca hasta que no hayas sacado los aparejos del agua. Este Palometón pesó la no desestimable cifra de ocho kilos, lástima que no diese más pelea.

Con esto ya había acabado, pero de repente alguien de “los de Valencia” pensó en hacer otra macro quedada, poniendo como fecha el 19 de septiembre.

Ya que en el anterior relato he hecho mención al refranero español, ahora me voy a decantar por las expresiones taurinas: “no hay quinto malo”.

Esto empieza así:

Son las siete de la mañana y el mar está en calma, sopla un fuerte viento de Poniente. Todos estamos ya en el punto de encuentro, nos hacemos las fotos de rigor y a remar.

Ese día había algo diferente respecto a los demás: en la zona ya se encontraban una gran cantidad de barcos haciendo curri; esto era debido a que se celebraba un concurso de pesca de curricán costero organizado por el R.C. Náutico de Valencia.

Como va siendo costumbre, monto mi caña de curricán con el espetón y otra para curri ligero y pongo rumbo a la desembocadura. Enseguida me doy cuenta que si quería coger algún pez ese día, tendría que hacer algo diferente a todas las demás embarcaciones, todas ellas pertrechadas con todo tipo de muestras y cebos.

De repente pienso “¡y si intento coger un jurelito y lo monto vivo!”, pues nada ¡a por ellos..!

Las picadas no se hicieron esperar y en seguida tenía dos precioso jurelitos vivos abordo. Ahora viene el dilema: Si lo monto en la caña de curri pierdo mi cebo preferido y si lo monto en la caña ligera voy muy justo de carrete y de línea, pero bueno, ¡en caso de picada se pelea un poco más y solucionado!

No tuve que esperar ni diez minutos para ver la picada, por cierto una picada un poco extraña. Tras tres pequeños tirones, decido coger la caña para ver qué pasaba y una vez en mi mano siento un gran tirón, clavo y empieza la lucha. En estos primeros instantes tuve todas las sensaciones de que se trataba de un dorado no muy grande que había estado jugando con el jurel. Intento sacar la otra caña y veo que se habían cruzado; intento desliarlas pero era imposible. Veo que el pez seguía sacando hilo, y decido posponer para más tarde lo del enredo de la otra caña y centrarme en la pelea.

De pronto veo que uno de los barcos del concurso va directo hacia mi captura. Llamo su atención para que cambiase de dirección y me responde….¡¡ que no puede girar!!Tras la contestación surrealista que había escuchado, empiezo a bombear a toda prisa para intentar acercar lo más posible la captura a mi kayak, mientras yo bombeaba, el pez decidió cambiar su dirección y alejarse de aquella barca. Fue entonces cuando empezó a arrastrarme cada vez más rápido en dirección Este a favor del viento. Al momento apareció el amigo Yuntajs y poco después, nuestro reportero grafico oficial Alfreedom los cuales tuvieron la idea de perder el resto de la mañana y acompañarme. Gracias amigos por compartir conmigo estos momentos de pesca, (tal y como se denominan ellos) “MIS FIELES ESCUDEROS”. A ellos va dedicada esta captura.

Bueno como ya veréis en el video de abajo y para no hacer esto más largo os hago un resumen: el pez picó a escasos trescientos metros de la playa y nos arrastró hasta unas dos millas de la costa, con una profundidad de 20m. Esta vez no sé exactamente cuánto tardo en ser capturado pero creo que bastante más de una hora. Fue pescado con un jurel vivo como cebo, la línea era trenzada de 30 libras con un bajo de fluoro carbono de 0,35 y un terminal de acero con un triple del nº 1….. Pesó 17,5Kg.

Bueno pues esto es todo lo que a Palometones se refiere de mis pesqueras de este «Verano del Palometón»…

El amigo Arturo «Caballa» me pidió que describiera un poco el tipo de material y la técnica que uso, pues vamos a ver que sale.

Las cañas:

Suelo usar cañas largas, de nueve o diez pies, incluso más; esto es debido a que me siento más cómodo para pasar la línea por delante de la proa, cuando el pez que va clavado decide hacer un cambio de dirección brusco, y además para mantener la dentadura de los dorados lo mas separada posible del kayak, hasta que yo decida acercarlo, la acción de las cañas es siempre fuerte de 100/300gr.

Los carretes:

Utilizo carretes de gama media ya que en esto del Kayak los carretes sufren mucho y se estropean rápido .El tamaño tiene que ser 5000 o 6000 para que quepan 200mt de monofilamento de 30libras o mas libras, también puedes utilizar más pequeños si el tipo de línea que utilizas es trenzado, esto va a gustos, lo que sí que es muy importante es que tenga muy buen freno.

La línea:

Normalmente monto monofilamento de un diámetro 0,40 o 0,45 con una resistencia de 30libras aproximadamente. Para este tipo de peces si tienes un buen freno vas más que sobrado y así si tienes que tentarlos a spinning con señuelos pesados no tendrás ningún problema. Puedes utilizar trenzados, pero en el curricán con cebo suelen producirse torsiones de la línea debido a una mala colocación del cebo. Esta torsión de la línea provoca enredos que muchas veces son irrecuperables, por lo tanto pierdes la línea con la consiguiente pérdida económica. Yo cuando veo que la línea está algo dañada automáticamente la cambio. Esto con un monofilamento si lo compras en bobinas de 1000mt te resulta mucho más económico que el trenzado.

Los anzuelos:

Yo prefiero siempre triples de tamaño 1 o 1/0, es muy importante que sean de buena marca, fuertes y con afilado láser, por desgracia al cabo del día solemos tener pocas picadas y por lo tanto debemos intentar aprovechar las máximas posibles. Estos triples los monto siempre con un terminal de acero que compro en rollos y luego monto a mi gusto, el diámetro de este depende de la resistencia. Es bueno comparar marcas y comprar el más fino posible con un resistencia de unos 20kg, para el palometón no es necesario usar acero ya que carece de dientes cortantes pero para los amigos dorados ya es otra cosa.

Montaje del cebo:

Para curricán en busca de dorados y palometones suelo utilizar como cebo espetones de pequeño tamaño entre 20 y 30cm, también se puede utilizar otro tipo de carnadas (jureles, alachas, lisas, caballas), pero yo si tengo en el congelador, me decanto por el espetón. Hay diferentes formas de cebarlos, os voy a explicar cómo lo hago yo.

Primero atravieso el espetón con una aguja (de fabricación propia) desde la cola hacia la boca y paso el terminal de acero que lleva montado un triple al final. Este triple quedará en la cola, si pescamos a los dorados con este triple sería suficiente ya que este pez siempre ataca por detrás; otra cosa es si nos pica un palometón; este depredador no dispone de una dentadura prominente ni cortante por lo que tiene que atacar por delante para sujetar y matar a su presa, para luego engullirla entera desde la cabeza hacia la cola, por esta razón deberemos armar nuestro espetón con uno o dos triples mas distribuidos a lo largo del cuerpo. A mí me gusta colocar este triple con un terminal independiente y entrelazado con el principal, así van independientes pero juntos. Para terminar atravieso la boca del espetón con un alambre fino y lo torsiono al terminal de acero. Esta sujeción sirve para dos cosas, que el espetón mantenga la mandíbula cerrada y para que el arrastre del espetón se realice desde la cabeza, cosa que hará que el cebo se mantenga recto y no de vueltas sobre sí mismo y por lo tanto no nos torsione la línea.

Bueno solo me queda dar las gracias al amigo Arturo «Caballa» por brindarme la posibilidad de colaborar con este grupo de grandes pescadores.

Y también a todos los compañeros “Los de Valencia” por dejarme formar parte de esta gran familia. GRACIAS.

Jesús «Xuso»

©PESKAMA2009