En busca de grandes piezas…

Los que destinamos nuestras salidas de pesca en kayak a la modalidad del jigging, tenemos muchos días en los que volvemos a tierra igual que entramos, pero es esa búsqueda de grandes piezas lo que nos hace seguir intentándolo teniendo muchas jornadas de pesca en blanco. A mi me gustan todas las pesqueras, pero hay una que me trae de cabeza debido a historias como esta…

El sábado “día que no suelo ir a pescar” me pongo el despertador a las 5,30 y a las 6 salgo con el coche, mi sorpresa fue que estaba nevando y el termómetro del coche marcaba -1ºC, pero “palos con gusto no duelen” así es que me encaminé hacia mi pesquero habitual, pero como este fue un día de cosas poco habituales, de camino, y debido a que tenía que estar de vuelta pronto, sobre la marcha decidí ir a otro que me pillaba más cerca.

Situado en el pesquero y con todo preparado todavía no había amanecido, así es que empecé pescando al calamar (en Murcia su pesca está permitida), había mucha corriente que dificultaba esta pesca y cuando salió el sol me fui a las marcas de jigging… yo aún no lo sabía pero se aproximaba una lucha bestial difícil de describir con palabras.

Me sitúo en una marca y bajo un benthos de 100 gramos pero cuando llega al fondo ya me he salido del sitio, “mal empezamos pienso”, ante esta situación cambio de jig y monto un fishus rosa y plata de 200 gramos y me sitúo a unos metros delante de la marca, bajo el jig y llega justo cuando la sonda me marca el punto caliente, le pego tres viajes a la caña y zas, la caña se queda clavada, como siempre intento levantar el pescado todo lo que pueda antes de que reaccione hasta que me pega un tirón bestial que dobla la caña hasta el mango y hace saltar el freno del carrete, como llevo los guantes de neopreno agarro el tambor pero no consigo pararlo, el animal llega al fondo y se queda quieto, empiezo a meter línea en el carrete y se repite la historia otro tirón de los que acojonan con el sonido de fondo celestial del carrete con el freno a tope y soltando hilo, en estos momentos me empieza a temblar el cuerpo como hacia tiempo que no me pasaba pescando, y me entraron dudas de si iba a poder subirlo ya que incluso cuando no tiraba apenas podía subirlo. A partir de la cuarta acometida ya empezó a sacar menos hilo, y fue a partir de aquí cuando empecé a disfrutar del animal con más tranquilidad, a subirlo sin prisas y cambió el sentido de la lucha, ya que si aún tiraba como una bestia, ahora el hilo se lo daba yo y eso cambia las cosas, a media agua empezó a verse un resplandor enorme, la alegría era inmensa, y me pasaron muchas cosas por la cabeza entre ellas el libro de “el viejo y el mar”, una vez subido a la cara del agua agarré el bichero pero estaba desatinado… y no lo clavaba, así es que lo agarré de las agallas y lo metí conmigo en la bañera del kayak “mal hecho”, ya que como se ve en una de las fotos, las cuales no hacen justicia a la envergadura que realmente tenía el denton, se aprecia que abarca toda la parte delantera del kayak, desde la bañera hasta el asa de transporte de la punta, de manera que faltaba espacio para meterlo y se puso a dar coletazos, la verdad es que acojonaba un poco tenerlo entre las piernas con esa bravura, el caso es que mis partes todavía están en su sitio y el pescado llegó a tierra que es lo que importa.

El denton se pesó en Lorca en la tienda de pesca “González” con un peso de gancho Rapala, y el resultado fue de 11,300kg, de momento es el más gordo que se ha pescado en esta zona de los últimos años. Con experiencias como ésta toca reflexionar y plantearse dónde están los límites de la pesca en kayak.

El equipo empleado fue una caña de jigging byron neptulus 80-200, con un carrete daiwa emblem 5000, provisto de línea trenzada rapala del 35 y un Terminal de aproximadamente 8 o 10 metros del 60, el jig fue un fishus rosa y plata de 200 gramos con un anzuelo corto para la entrada de frente y otro largo para la entrada de cola, se clavó como casi siempre entrando por la cabeza.

Luis «Cañero», 10 de Enero de 2009