El crepúsculo de los depredadores

Hay motivos, algunos poéticos, otros misántropos, incluso cinéfilos, pero nada como el sigilo y el halo de misterio que rodea al silencio de una mezcla de luz sin definir que nos regala un amanecer de sensaciones o un atardecer de emociones, verdaderos lienzos mojados por el llanto de unas nubes que despiden a «Lola», la luna de nuestros niños, o a una estrella que da nombre a nuestra Costa, motivos que nos llevan a palear en aguas oscuras donde siempre se oculta el que mantiene el equilibrio del ecosistema y que rompemos al dejar caer nuestro señuelo en los abismos.

En esta búsqueda incesante intentamos lo imposible, probamos lo más novedoso, inventamos lo más extraño, cualquier cosa que nos proporcione el resultado deseado, pero a veces, la sencillez fruto de nuestra propia experiencia nos lleva a capturar al más ladino de los depredadores.

Diez días antes recibí un mensaje SMS en el que Edu “Raspacejo” me anunciaba un día libre, el 27 de Julio. Desde entonces empezamos a planificar una loca, que no irreflexiva, aventura de pesca. En ella daríamos rienda suelta a nuestras técnicas favoritas, curricán, jigging y pesca fondeada, y hablando de esta última no podía faltar el Maestro Boinajj con su chambel ni tampoco un compañero de excepción como es nuestro queridísimo “Sir Owen’s”.

A nuestra perfecta planificación nos acompañó una meteorología muy favorable, y animados por su predicción ahí estábamos los tres a las 5 de la mañana camino de la playa en la que Edu, vigilante, había pasado la noche. La llegada no dejó lugar más que a unos calurosos abrazos, muestra de la sincera amistad que nos une, que dieron paso fugazmente a una frenética actividad en la que kayaks en volandas llegaban a la orilla en la que amenazantes, pero no inquietantes, olas nos aguardaban.

Con todo preparado, el baile de los barcos profesionales de pesca en la zona en la que soltaríamos nuestros jigs, nos invitó a pescar a curricán a la espera de algo más de claridad tanto de luz solar como en la franja de mar a la que iba a guiar a mis compañeros.

Después de unos minutos sin éxito, y viendo que los barcos se alejaban del lugar pusimos rumbo a la primera marca en la que ahora nos tocaría hacer bailar a nuestros jigs.

Claro que una jornada de pesca en la que nos ponemos en marcha tan temprano debe estar perfectamente planificada, con todo el material a punto y en este caso llevaba tres cañas, una para cada técnica.

Unas días antes estuve pescando por la tarde en el Rincón de la Victoria, esperando la hora buena para el jigging decidí pescar fondeado y la verdad es que a pesar de la fuerte deriva de Levante, un buen fondeo me permitió capturar varias mojarras, algunas por encima del kilo de peso, pero desgraciadamente las más hermosas también disponían de mejor dentición que las menores y así acabaron partiendo el bajo de 0,25 mm que había preparado para la ocasión, una marca que habrá que pescar de nuevo, pero esta vez con el Maestro, claro.

La cuestión es que innovando decidí probar unos jigs de vinilo con cabeza plomada de 56gr de la casa Storm. Esperaba que el ondulante movimiento del vinilo despertara el apetito de los “meros” que sin duda habitan estos fondos, pero lo que no me imaginaba es que acabaría partiendo mi caña favorita en una clavada, a la postre fallida.

Ahora iba a poner a prueba mi nueva caña de jigging, que no acababa de convencerme del todo, se trata de la nueva Okuma Cedros de 1,67m de acción media/alta para líneas de 40 a 80 libras y un peso de señuelos entre 50 y 200gr. Una caña de fibra maciza, con anillas ALPS de Zirconium, portacarrete triangular metálico ALPS y una empuñadura ergonómica de EVA y caucho para un peso total de 376gr.

Unos metros antes de llegar a la marca recogimos todos los señuelos de superficie, y con un silencio absoluto iniciamos la primera deriva. Cada lugar tiene su propio señuelo, muchos de nuestros colaboradores lo saben por su propia experiencia, así que de nuevo un Dip de Blue Fox de 130gr de color azul se deslizaba en estas aguas. En la tercera bajada la primera picada, seca, dura, fuerte. El carrete bien tarado hace su trabajo, pero gratamente sorprendido mi nueva caña amortigua de una forma extraordinaria la fuerza del pez, que con unos 5 o 6 kg se defiende tan bien que a media agua consigue zafarse del anzuelo, un assist que había montado la noche anterior con trenzado de 100lb y un anzuelo asari del 8/0.

Animados por esta primera picada recuperamos la posición e iniciamos la segunda deriva. Y de nuevo ¡zas! Tremenda picada a la caída, trancón y buena clavada secundada por una corta carrera y potentes cabezazos. De nuevo la caña amortigua la lucha del pez, de similar porte que el anterior. Mis compañeros, alegres y sorprendidos se acercan para fotografiar y grabar el momento, que unos minutos más tarde se adorna con la hermosa librea de un dentudo depredador.

Quizás el revuelo que ha ocasionado la pérdida de la primera picada y la captura de este precioso ejemplar de dentón (dentex dentex), ha provocado la huída del banco hacia aguas más profundas y seguras. Pero la decepción que supone que ninguno de mis compañeros consiga una sola picada se soslaya con la grata respuesta en combate de la Okuma Cedros, una caña ideal para jigs que como máximo pesen 150gr.

Como cada técnica tiene su hora, era el momento de comprobar si las gambitas de Edu “Raspacejo” tendrían la misma efectividad en estas aguas que en las que bañan Sancti Petri, realmente un santuario de pesca para la familia Coto, en el que tanto su madre con las urtas y su padre con las samas y dentones nos tienen siempre en vilo.

Fondeados en una marca que en otras ocasiones nos depararon muy buenas capturas, fue en este caso Sir Owen’s con su tradicional montaje para la pesca fondeada el que rompiera el hielo para subir a bordo unas chopas que tenían el tamaño ideal para utilizarlas como vivo.

Pero hoy los espáridos se dejaban querer, y las pocas picadas resultaron ser morralla que acabaron alimentando a unas felices gaviotas que revoloteaban a nuestro alrededor. Sin embargo no somos de los que entregan la cuchara fácilmente, y donde en otras ocasiones hemos hecho buenas pesqueras tenía que entrar el pescado tarde o temprano. El caso es que con concha fina como cebo empezaron a salir, con mucho trabajo, algunas piezas, que si bien no son comparables con la captura a jigging, pueden alegrar la mesa de nuestros amigos y familiares. A destacar un precioso sargo “negro”, de un kilo de peso, capturado a rolo, en busca de zonas calientes en las que fondearnos.

A veces las ganas de haceros participe de nuestras capturas nos lleva a grabar la acción de pesca con la cámara en posiciones algo incómodas, pero el resultado merece la pena, ¿no?

El paso del tiempo amedrentaba nuestras fuerzas y nuestra paciencia, llegando el momento de volver a la playa después de 9 horas de pesca. Y de nuevo nuestro compañerismo y amistad están muy por encima de otros sentimientos, demostrándose en la sincera alegría con la que siempre acogemos las capturas de cualquiera del grupo, haciéndolas propias.

Una ayuda siempre dispuesta, un cuchillo bien afilado siempre a mano para limpiar la captura que sea, una cámara para inmortalizar el momento que en el camino de vuelta será ya un recuerdo que llevaremos con nosotros para compartir en Peskama con todos vosotros.

Arturo “Caballa”, Julio 2009
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