Samas de Agosto

Pescar desde kayak en la temporada estival resulta cuando menos complicado cuando queremos tocar depredadores de porte. Para ello tenemos solo dos opciones; una echarse al agua muy temprano, con la primera luz crepuscular, al menos en verano no pasamos frío. Y la segunda tener la suerte de poder embarcarse con patrones de garantía.

Al menos estas dos opciones me darían la posibilidad de probar diferentes señuelos en distintos escenarios de pesca y pasar del jigging ligero que practicamos desde kayak al jigging pesado y profundo que se lleva a cabo en el Estrecho.

En esta primera jornada estaba empeñado en sacar al menos una buena captura de las piedras que bien conozco en la zona de pesca de la localidad en la que veraneo. Para ello me levanto bien temprano, un café y el paseo obligado a mi perro acaba de despertarme del todo y estoy en disposición de preparar todo el equipamiento que necesito para pescar a jigging, claro que mi desplazamiento desde la playa hasta la primera marca en la que mojaré mi señuelo lleva implícito un curricán de superficie en el primer kilómetro para luego cambiar de señuelo y sumergirlo hasta los 4 o 5 metros en busca de algún túnido que premie mi intenso y constante paleo.

Al igual que muchos de nosotros, grandes apasionados de la pesca están desde primera hora a pie de playa con sus cañas de spinning en busca de jureles, caballas, espetones y algún que otro robalo, como es el caso de mi amigo Paco, padre de «Polillón«, que incansable deja por un momento sus lances para saludarme y desearme suerte.

En la batimetría de los 20 metros suelen darse los bonitos en esta época del año, pero lo que entra de forma decidida y enérgica a mi señuelo Saltiga es una preciosa llampuga que anuncia la llegada de este deportivo depredador. No dejo de maravillarme con su lucha, un combate que en esta ocasión acaba en la cubierta de mi kayak enseñando su preciosa librea que solo mantiene en vida para tornarse grisácea con su muerte. Al menos esta seguirá luciendo su hermoso colorido y creciendo para darnos mayores alegrías a partir de finales de septiembre.

Unas paladas más y estamos en la zona de jigging. La sonda no marca mucha actividad, pero los barcos que habitualmente irán tomando las diferentes piedras que tenemos en este lugar aún no han hecho acto de presencia, por lo que tengo un pequeño margen para poder pescar con el sigilo que estos depredadores exigen.

Tras unas recientes conversaciones con diferentes pescadores de jigging que están haciendo un buen uso de los inchikus, voy a dedicar el día de hoy a pescar con el Kiku de Molix. Un señuelo de 160 gramos modificado con el pulpito que amablemente Eduardo «Pescador1950» acaba de enviarme por correo, un cambio que el reducido tamaño de los anzuelos que trae de serie obliga para tener éxito en el momento de la clavada.

Tras algunas derivas con un movimiento lento, casi a cámara lenta, noto unos pequeños tirones… paro, vuelvo a mover el inchiku… y ¡zass! clavada.

La lucha que plantea el pez es muy buena, claro que aún no tengo calibrado el tamaño de la posible captura en función del trabajo de la caña que estoy utilizando, la triflex de 20lb de Lamiglas, base de una de las futuras cañas de jigging que Lamiglas fabricará para pescar desde kayak y fruto, tanto de la colaboración que mantengo con Nicola Zingarelli y de las pruebas que he llevado a cabo en acción de pesca. El perfecto ajuste del freno de mi carrete, el Stella8000FA de Shimano, me permite en unos minutos tener a bordo una preciosa sama (dentex gibbosus).

Poco a poco llegan los primeros barcos… se acabó la pesca por hoy, ya que el ruido producido por el golpeteo de las anclas al fondearse provoca la huida de estos peces y que los grandes serránidos busquen refugio en su respectivas tanas.

Mirando hacia la playa observo como un kayak se dirige hacia mi posición. Unos instantes más tarde me reúno con Juanfran «Bokeron«, que me recibe con gran alegría y al que dedico esta captura en estos difíciles momentos que está atravesando por la pérdida de su padre Juan, un gran pescador… descanse en paz.

Tras unos minutos de charla pongo fin a esta jornada de pesca, convencido que este tipo de señuelos tiene que darme más alegrías cuando el otoño aleje de las costas a los veraneantes y podamos ampliar el horario de nuestras jornadas.

Nos vamos al Estrecho…

En mis desplazamientos, como bien sabéis, mi familia suele acompañarme. Y en esta ocasión, en la que íbamos a compartir unos días en el camping Torre de la Peña, tendríamos la ocasión de embarcarnos con un buen amigo para poder pescar a jigging en el Estrecho.

A las seis de la mañana y tras pasar una noche realmente horrible con una lumbalgia aguda, me levanto como puedo para unirme al extraordinario grupo de pescadores que me esperan listos para partir. Resulta emocionante compartir momentos, ya sea desayunando, tomando unas cervezas o ante una taza de café con estos fantásticos pescadores, de los que siempre se aprende algo. Y si hablamos de irnos de pesca… sobran las palabras. Claro que en este caso iba a tener cierta ventaja, ya que íbamos a pescar a jigging, mi especialidad.

Ante la incertidumbre de lo que nos espera, me llevo todo el arsenal. Mis cañas más potentes, mis mejores carretes y jigs desde 200gr hasta 400gr. Bajos de distinto libraje y anzuelos desde 7/0 hasta 11/0 para los assists que acompañaran a los jigs más pesados a profundidades que desde kayak son impensables.

Perfectamente sincronizados y tras un buen desayuno nos reunimos con «Chico» en una de los embarcaderos del puerto de Tarifa.
Una vez a bordo y efectuadas las presentaciones, en la cabina junto al puesto de mando, me pregunta el patrón «¿qué queréis pescar?» A lo que respondo que por mi maltrecha espalda tenga la consideración de empezar en poca profundidad para ir calentando… Así que ponemos rumbo a una zona en la que últimamente están tocando meros y abadejos.

Bajo la atónita mirada de mis compañeros empiezo el ritual de la preparación de las cañas y de los señuelos que mojaré en primer lugar. Unos compañeros, amigos y experimentados pescadores que quiero presentaros y de los que con seguridad al menos uno de ellos será kayakero en el 2011 y futuro colaborador de Peskama.

Por un lado tenemos a Pepe, que ha dedicado gran parte de su vida a la pesca submarina con muchísimo acierto, de lo que puedo dar fe después de ver su álbum de pesca y sus títulos conseguidos tanto de forma individual como por equipo, conocido como Pepe el químico, al que siempre ha acompañado de barquero su cuñado Paco. Este último nos demostrará hoy que tiene madera de jigger.

Y por otro lado Dani, un grandísimo pescador de surfcasting que de ahora en adelante nombraré como Dani «El Dorada» y que muy pronto se pasará al lado oscuro, es decir al jigging y desde kayak…

Llegamos a la zona y empieza el baile, Dani y yo con nuestras cañas y nuestros señuelos, unos inchikus pesados de Hart y de Molix, y Pepe y Paco con unos vinilos realmente grandes (28cm) de Storm con unas cabezas plomadas de 260 gramos y sus correspondientes cañas suministradas por «Chico», patrón de la embarcación. La deriva es fuerte y nos dificulta el movimiento de los señuelos pero la primera picada no se hace esperar. Violenta, fuerte y de improviso, sorprende a Dani que bastante tiene con sujetar la caña hasta que se parte el bajo de 60lb que había montado. Hubo que agarrar a Pepe para que no saltara por la borda en busca del mero que había picado, los escasos 22 metros de profundidad no eran un obstáculo para él…

Las siguientes pasadas en la zona no dan resultado y después de una hora, en la que ya parecía que mi espalda, recta gracias a un arnés que me había puesto, se iba calentando y el dolor desapareciendo, tengo una buena picada. Armado con la TriFlex de 30lb de Lamiglas y un bajo de 80lb subo a bordo la primera sama del día.

Dado que en esta zona la corriente ya no nos deja pescar y que estamos tocando samas, decidimos buscar profundidad y así tener la oportunidad de capturar alguna de buen porte. Después de unos minutos de navegación estamos en una zona caliente con una batimetría que oscila entre los 80 y los 130 metros. Es hora de sacar los grandes, largos y pesados jigs. Gracias a Dios, la espalda ya no me duele, parece que el movimiento que hay que hacer para darle vida al jig ha acabado por curarme la lumbalgia y estoy dispuesto a dar mucha guerra.

Pronto llega la primera picada, esta vez le toca a Paco, que poco a poco se ha ido haciendo con el movimiento correcto para desencadenar el ataque de un precioso pargo (pagrus pagrus) que con decisión sube a bordo.

Esta vez le toca a Pepe «El Químico«, que sorprendido por una sutil picada sube a bordo un voraz pargo capaz de atacar a un señuelo tan grande como él. Acostumbrado a grandes capturas las bromas se suceden ante el «enorme» pargo que acaba de pescar, claro que ha sido con la caña, ¡más vale que no le demos un arpón! ¡Una foto por favor!

Unos minutos después el Akula de Hart de 320gr funciona y me da opción a subir a bordo un precioso pargo. ¡Ese pulpito Marcos! De la espalda ya ni me acuerdo…

Media hora después tuve la gran picada del día, una picada descomunal a 130 metros de fondo que peleé duramente hasta subir el pez a las inmediaciones del barco sin poder verlo, pero… un último y poderoso cabezazo y consiguió liberarse del anzuelo, al menos la pelea había sido buena pero esta vez ganó el pez.

No había tregua, ni siquiera para comer, aprovechábamos los momentos en los que teníamos que recuperar la posición para llevarnos algo a la boca y de nuevo moviendo los jigs…

Eran ya las cinco de la tarde, llevábamos ocho horas de jigging «non-stop», y Dani «El Dorada» estaba realmente desencajado por no haber podido levantar ni un solo pescado y eso que tuvo una buena picada hacia el mediodía, amén de la del mero a primera hora de la mañana. Con su paciencia y perseverancia tenía que llegar su momento. Y así fue, picada brutal sobre un fondo de 100 metros y preciosa pelea. Momentos tensos después de la pérdida del mejor pez del día en los que la maestría adquirida en el surfcasting peleando grandes doradas permitió embarcar la que a la postre fue la mejor captura de la jornada.

Después de 10 horas de jigging tuvieron que pararme para iniciar el regreso a puerto, no siempre se tiene la oportunidad de estar en mitad del Estrecho pescando a jigging por mucho que nos pesen los jigs, ya tendría tiempo para descansar. Pero «Chico» nos tenía que dejar en Tarifa y aún le quedaba navegar hasta Algeciras para llegar a su destino, así que no me quedó más remedio que recoger y disfrutar de la travesía…

Un saludo y buena pesca
Arturo «Caballa»
©PESKAMA2010